Hannoverianos a la vaquera

Hablar de Salamanca es decir tierra ganadera. De todos es conocido que el Campo Charro tiene una inmensa tradición ganadera que se remonta a varios siglos y que aún hoy permanece inalterable. Es en el suroeste de la provincia, y más concretamente en el triángulo formado por la carretera que pasando por Ciudad Rodrigo se dirige a Portugal y la que pasando por Vecinos se incrusta en la Peña de Francia, es donde se encuentran casi la totalidad de las explotaciones ganaderas de la provincia.

Al pie de esta última carretera, en los aledaños de la localidad de Vecinos, antes de adentrarse en la Sierra de Tamames, es adonde nos dirigimos buscando una ganadería equina singular: Carrascal de Sanchiricones, propiedad de la familia Grande que, en su no ya tan corta pero si intensa existencia, ha conseguido aclimatar con provecho, en estas tierras de tanto contraste climático entre estaciones, a la raza hannoveriana.

 

Reseña histórica

Carrascal de Sanchiricones es la clásica finca del Campo Charro que pertenece a la familia Grande desde 1973. Con anterioridad perteneció al Conde de Alba de Yeltes y la primera construcción, la llamada “Casa Vieja” data del año 1789, como nos recuerda un azulejo que está en la puerta de acceso a la misma. El nombre de Sanchiricones parece que es francés, ya que la zona tuvo una gran influencia gala, y proviene de un monje, llamado Chiricón, que llegó a  ser obispo y subió a los altares.

En los aledaños de la finca, ya en el término municipal de Matilla de los Caños, entre Canillas y Carrascal, en pleno corazón de la vocación ganadera charra, se encuentra la Ermita de la Virgen del Cueto, que goza de gran devoción entre los habitantes de esta comarca, y que acoge, durante la Pascua de Pentecostés, una de las romerías más populares entre las que se celebran en Salamanca, donde acuden numerosos caballistas de todas estas tierras.

No muy lejos de la finca, y para rematar esta pequeña reseña histórica, se libró el  22 de julio de 1812 la importante batalla de los Arapiles, entre las tropas napoleónicas y el ejército inglés del Duque de Wellington, que supuso abrir definitivamente el camino hacia la capital de España y expulsar así al invasor francés.

 

Orígenes de la yeguada

En la actualidad la finca, y por tanto la explotación ganadera, es dirigida por Julio Grande Andrés, que nos comenta: “La afición a los caballos me viene de mi padre, Julio Grande Rodríguez, garrochista desde 1972, y compañero de garrocha en los campos charros de insignes garrochistas como lo fueron el Marqués de Bayamo y Mariano Zúmel”.

Esta casa ganadera comenzó a criar Hannoveriano en el año 1.986 en el que, de casualidad, entra en la finca una yegua de deporte, de nombre “Pandora”, comprada por D. Julio Grande Rodríguez a D. Santiago Gabriel, actual presidente de la Federación Hípica de Castilla y León, que venía preñada de un caballo hannoveriano y parió una potrilla a la que pusieron el nombre de “Numancia”: “Tal fue la calidad de esa yegua que nos decidimos a criar caballos hannoverianos”, nos manifiesta el ganadero. “Primero compramos dos yeguas, Divanova y Welt Nova, con orígenes Don Juan-Weltmeyer, y más adelante adquirimos otras tres yeguas más con orígenes Grannus, Lugano… Durante algún tiempo estuvimos cubriendo con sementales que había en España, hasta que decidimos comprar un semental en la subasta de Sementales Hannoverianos de Verden”.

Así, en el año 2.000, compraron un potro negro, origen Espri-Westwall-Trapper, de nombre Espriwall, con unos orígenes muy polivalentes, tanto para Saltos como para Doma Clásica, y como apostilla Julio Grande: “¿Y porqué no?... También para el Acoso y Derribo”. En la actualidad se está refrescando con sementales como Don Frederico, Rotspon (por Rubistein) o Hohenstein.

Con estos orígenes, aunque la apuesta era un tanto arriesgada, pronto se obtuvieron los resultados deseados. Las aptitudes deportivas de esta raza facilitaron la adaptación de los ejemplares al esforzado trabajo en el campo salmantino que tenían que desarrollar estos caballos, a lo que ayudó, sin duda alguna, la excelente alimentación natural que proporciona Carrascal de Sanchiricones.

 

Características y régimen de cría

 En cuanto a los efectivos, debemos decir que es una yeguada muy corta, ya que todas las yeguas se montan y se contrastan. Hay siete yeguas y un semental, además de toda la rastra hasta tres años, que es cuando se decide qué productos se quedan en la casa y cuales no.

Los caballos que cría este ganadero salmantino no están en la línea clásica del hannoveriano, sino que tienen una línea más refinada y se nota que incluso en algunos de los sementales hay gotas de Pura Sangre Inglés. Podemos definirlos como que son caballos muy valientes y “guiñones”, con un magnífico carácter, de muy buen trato e inteligentes, que siempre quieren agradar y que asimilan muy bien lo que se les enseña. A la excelente disposición para el trabajo, unen una marcada inclinación a ir siempre para adelante, poseyendo mucha flexibilidad a pesar de ser caballos muy grandes.

Son caballos que se crían con mucha rusticidad, ya que, tanto a las yeguas como a los potros, no se les echa nada de comer durante todo el año, por lo que su alimentación está basada únicamente en lo que cogen en el campo, lo que les hace muy duros.  El clima extremo del campo salmantino, con ocasionales y copiosas nevadas incluidas, favorece esa rusticidad de que hacen gala, así como la excelente calidad de los pastos de la región.

Las yeguas comparten su alimentación con otras especies que se crían en la finca, como son 300 cochinos ibéricos de bellota y 350 vacas de vientre retintas, que son también el orgullo de Julio Grande: “Estas vacas son procedentes de Andalucía y Extremadura y llevan en estas tierras salmantinas más de 60 años, con una excelente aclimatación y unos óptimos resultados económicos”.

Las yeguas se doman todas y sólo las que han demostrado sus aptitudes funcionales son las que se quedan en la yeguada para criar. Julio Grande está convencido de que es la mejor manera de formar una ganadería: “Renunciamos a parte de su vida deportiva, ya que las quitamos pronto del deporte para que, las que son aprobadas, empiecen a criar. Pienso que es la base de la cría”.

Algunas de estas yeguas, entre otras “Gadea” y “Numancia”, han sido campeonas nacionales en concursos de Acoso y Derribo como el de Badajoz, Ciudad Rodrigo y varios campeonatos de Castilla y León. Quizás la palma, para el ganadero, se la lleve “Lisboa” con la que Julio Grande consiguió la medalla de bronce en el Cto de España de Acoso y Derribo de 2005 celebrado en Borox (Toledo). En la actualidad, y como los lectores de Trofeo A la Vaquera habrán podido comprobar, Julio está corriendo, en los últimos concursos en los que ha competido, con un potro, de nombre Escudo que apunta muy buenas aptitudes y que es poseedor de una gran belleza y expresividad  y en el que el garrochista tiene depositadas muchas ilusiones: “La ilusión es correr con productos propios. Es un reto correr con este tipo de caballos”.

 

Personal

El mayoral de la finca, desde hace unos 30 años, es Andrés Curto, perteneciente a una larga saga de mayorales y picadores salmantinos. Es un gran caballista que montaba siempre los potros que después utilizaba para el desempeño de su trabajo diario. En la actualidad sigue repasando diariamente el ganado y acrotala los becerros cogiendo a estos con el lazo.

El responsable, en todos los sentidos, de los caballos de Carrascal de Sanchiricones es José Francisco Sánchez Muriel. Se encarga tanto de yeguas, cubriciones, sementales, potros y hasta de la propia cuadra, ya que se encarga de los caballos de montar de esta casa, en la que lleva 22 años ininterrumpidos. Pertenece a otra saga de ejemplares hombres del campo de Salamanca. Su padre es vaquero en casa de Antonio Pérez de San Fernando, donde el propio José Francisco comenzó su aprendizaje en las distintas faenas camperas. Es el amparador del ganadero, con el que, formando collera con él, ha obtenido importantes triunfos en concursos nacionales de Acoso y Derribo, así como un tercer puesto en el Campeonato de España del 2005. Su hermano Manuel también es un acreditado amparador que, en el pasado año 2007, formando collera con Fernando Castaño Castillo, se proclamaron Campeones de España de la disciplina en el corredero de “La Zapatera”, de la localidad sevillana de Villamanrique de la Condesa. Además, José Francisco “echa una mano” en todas las faenas del ganado vacuno de la explotación –apartando, destetando, vacunando, etc.-, por lo que muy frecuentemente cabalga junto a Andrés Curto en el desempeño de tan variados trabajos como se presentan en una explotación ganadera de estas características.

Cuenta la yeguada con otro caballista, Manuel Manjón, que monta los potros, comienza a domarlos con los fundamentos de la Doma Clásica hasta que –cuando los caballos ya están muy “echados para adelante”- se vaquerizan. No en vano, tanto en Carrascal de Sanchiricones, como en las otras cuatro explotaciones agropecuarias de la familia Grande  –La Dueña, Padierno, Millar del Pié y La Ribera de Florida–, todas las faenas se hacen de forma tradicional, como les gusta a los propietarios, por lo que los vaqueros, que cuidan las más de 1.200 cabezas de ganado vacuno retinto existentes en ellas, van todos montados en sus caballos hannoverianos.

No queremos despedirnos sin expresar el agradecimiento de Trofeo A la Vaquera  por las facilidades que,  esta familia de grandes aficionados al caballo y excelentes ganaderos, han puesto a nuestra disposi-ción para la realización del presente reportaje.